Apuntes para la Participasión

Conservo, entre las más viejas y queridas, la primera camiseta con el lema «ParticiPasión«, que ha marcado la pequeña historia del CRAC y de los Encuentros de Educación para la Participación. Si no me equivoco, la idea fue de Cesar González que diseñó la camiseta para el encuentro de Tenerife.

El éxito fue inmediato porque reflejaba lo que sentíamos: pasión por la participación social, un profundo e intenso convencimiento de que los cambios sociales que necesitamos solo serán posibles si tomamos parte en ellos las personas, las comunidades.

Pero quiero poner ahora el acento en la pasión, la emoción, el entusiasmo, el deseo, la excitación… que han estado tan presentes en muchas de las causas colectivas que pudimos con-vivir con otras muchas personas, compañeras y compañeros, a lo largo de estos largos años.

En lo personal, puedo recordar desde las escuelas populares de los barrios madrileños y las asociaciones vecinales del franquismo, a las primeras Universidades Populares, la campaña contra la entrada en la OTAN, el Equipo Claves, el 0,7%, el CRAC, la Educación para la Participación, el 15M, el municipalismo… y otras muchas más. (Ya he dicho otras veces que el único mérito para tanta vivencia es el de una vida larga).

Todas esas causas estaban llenas de sentido histórico, de razones de ser, pero además poníamos en ellas mucha intensidad y entrega. Y no era solo el altruismo y el compromiso lo que nos movía, ni la sola voluntad de cambio y transformación de una realidad injusta.

Eran también la pasión y el disfrute, porque encontrábamos en aquellas causas y, sobre todo, en las otras personas con quienes compartíamos las luchas, muchas oportunidades para crecer como personas, para aprender a ser mejores, para conocer el mundo, para reír y celebrar, para disfrutar y vivir intensamente.

Esa es, probablemente, la emoción que más hecho de menos en las causas de hoy, en las personas, los colectivos y movimientos sociales que ahora luchan por cambiar las cosas. No se ve, no se siente la pasión o el disfrute. (Y no me refiero a las «imágenes» que tratamos de proyectar en las redes sociales).

Por el contrario, predomina el «no me da la vida«, el cansancio, la frustración, la incertidumbre… No lo pasamos bien en la acción colectiva, nos quejamos con frecuencia de la baja participación, del desinterés general, de la dificultad para conciliar la vida…

En otros momentos históricos vivimos como un reto apasionante la oportunidad de soñar y construir nuevas ideas, nuevos espacios, nuevas formas de pensar y hacer las cosas en un mundo nuevo. Esos retos pusieron en juego nuestra creatividad y nuestro conocimiento. Hubo esfuerzo y sacrificio, hubo entrega y compromiso, pero también hubo pasión, aprendizaje y disfrute. Y todo ello nos ayudó a seguir caminando, como personas y como colectivos, como comunidades.

No se cómo se recupera la pasión, pero si se que sin ella todo es más duro y difícil. No hablo solo del «éxito» de nuestras causas colectivas, hablo del bienestar, del disfrute, del desarrollo personal y la felicidad de quienes hemos de impulsarlas y sostenerlas.