Dejar volar la expectativa es siempre arriesgado, porque la vida con frecuencia nos sorprende con lo inesperado, pero es difícil sustraerse a la tentación de imaginar el porvenir. Los viejos sabios decían que «no hay que esperar nada y abrirse a lo que la vida nos traiga«.
Siempre que he preparado un viaje que sabía importante lo he empezado a vivir mucho antes de iniciarlo, anticipando los encuentros y las vivencias, disponiendo las miradas, repasando las preguntas… Así fue, en tantos viajes y lugares, en tantos encuentros, jornadas, asambleas, congresos (que no en todos, muchos otros los «sufrimos» pacientemente).
De muchos de aquellos no recuerdo el título o los temas precisos (cosas de la edad), pero si a las personas y los aprendizajes a los que volví siempre que pude. Mi historia personal está llena de ellos, de hecho podría resumirse con una lista de amigos y encuentros que me marcaron como persona y siempre fueron emocionantes.
Ahora preparo de nuevo la bolsa para un nuevo viaje, el Viaje al Archipiélago del Común, que compartiré con un puñado de gentes, algunas viejas amigas y compañeras de otros viajes del pasado, otras serán nuevas miradas y voces jóvenes, venidas de otras experiencias y vivencias. No es fácil, tal y como están las cosas, reunir a un grupo tan especial de personas que -en tiempos de atonía social- han hecho un esfuerzo grande para compartir este viaje.
Como digo, siempre aprendí de estos encuentros. Fueron experiencias fundamentales en mi crecimiento personal y por eso se de su importancia, para mi y para todas cuantas tenemos la fortuna de poder hacer el viaje juntas.
Tiene que ver con los aprendizajes, con la oportunidad de observar y escuchar otras realidades, otras experiencias vitales, culturas, saberes, ideas…, pero también se refiere a las emociones, a los sentimientos: quienes queremos formar parte de los cambios sociales necesitamos saber y sentir que somos parte de algo mucho más grande, mucho más fuerte, con un extraordinario potencial para cambiar el mundo, necesitamos animarnos, darnos ánimos y alimentar las esperanzas…, para que estas nos muevan (nos e-mocionen) y nos ayuden a seguir avanzando.
Ese es el sentido del viaje y del encuentro, eso es para lo que nos preparamos, la expectativa que nos nace y a la que nos entregamos, como siempre hicimos.
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