Apuntes para la Participasión

<<Arrancamos con la sensación de no saber muy bien «QUÉ» vamos a hacer, con la idea de «INCERTIDUMBRE» y de «cosas que parecen una cosa pero son otra cosa«>>

Así comienzan las anotaciones del Cuaderno de Bitácora del Viaje al Archipiélago del Común, que recoge algunos pensamientos y sensaciones de quienes realizaron el viaje, compartieron la reflexión y las vivencias del encuentro.

Me sumerjo en el Cuaderno para tratar de percibir -en la distancia y en el tiempo- alguno de los aprendizajes de aquél viaje, buscando las brasas de los fuegos que allí ardieron, imaginando emociones e ideas.

Esa primera anotación bien podría reflejar, no solo el sentir de quienes llegaban a Sankofa para iniciar la singladura, sino también el sentimiento de muchos proyectos colectivos, que surgen y se desenvuelven en la incertidumbre y la confusión de este tiempo.

El Cuaderno refleja, a continuación, el efecto benéfico del color y el calor, la calidad y la calidez del espacio que acoge a quienes comparten el viaje, el diálogo y el encuentro. Sankofa, un lugar seguro y mágico donde se celebra la diversidad y se cultiva la relación.

¡Que importantes son los espacios! ¡Cuánto sentido tiene hacerlos nuestros, de todas, apropiarnos de ellos! Espacios públicos, comunitarios, cooperativos, abiertos… que nos permitan encontrarnos tal como somos, sin miedos, artificios ni protocolos, conocernos y reconocernos, enredarnos, hacer cosas juntas.

En este espacio de confianza, dialogando con las otras diversas y en el reflejo que nos devuelven, nos reconocemos como islas. Venimos de pequeños grupos y colectivos, que pelean día a día por su sentido y su supervivencia, en condiciones siempre precarias, en una realidad cada día más compleja y difícil.

Pero no estamos solas. Las otras que nos rodean -aquí y en el territorio cotidiano- comparten los mismos sentires, las mismas contradicciones y necesidades, el mismo cansancio, las mismas soledades. Una frase dice, «vemos otras islas, pero… ¿quien las habita?». Y otra, «el mundo es un pañuelo.» Tan cerca unas de otras y tan ajenas.

El Cuaderno se puebla de dibujos de barcos y pájaros («volar, volar, volar, volar«), de espirales que se inscriben en un cielo de estrellas… Alguien escribe: «Necesitamos más tiempo para conocer más a las demás.» Es la primera de muchas alusiones al «tiempo«, que siempre nos falta.

Siguen, con grafías distintas, otras confesiones: «Cansancio de las personas y los colectivos.» «No autocastigarnos por no «estar» lo suficiente». Una pregunta (el Cuaderno está lleno de ellas): «¿Nos entregamos demasiado?», y otra: «¿La participación es un privilegio?».

Siento que muchos de esos pensamientos y sentimientos que refleja el Cuaderno de Bitácora, muchas de esas preguntas son las mismas que nos hacemos y sentimos quienes formamos parte de ese enorme océano lleno de pequeñas islas, de pequeños grupos de personas que tratan de transformar el mundo.

En mi realidad más próxima es así y me temo que no es algo que nos pase a quienes vivimos en ese extremo sur de la Península Ibérica, sino el síntoma de un estado de ánimo que nos afecta a muchas en muchos lugares. La respuesta no puede estar -solo- en cada una, cada persona, cada isla. Por eso se hace tan urgente emprender el Viaje al Archipiélago del Común.

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