Apuntes para la Participasión

Comunidad, Participación y Ciudadanía


¡Deprisa, deprisa!

En la sociedad del vértigo nos hemos acostumbrado a que los estímulos se sucedan tan deprisa como los videos en el móvil de un adolescente. No tenemos paciencia, no sabemos esperar, queremos obtener lo que deseamos ahora mismo, ya. Y, cuando lo conseguimos, pronto nos aburre y se excita otra vez nuestro deseo de nuevas cosas.

Se supone que tenemos más información que nunca, pero no sabemos nada de nada, solo manejamos breves fragmentos de imágenes y voces inconexas, verdades y mentiras confundidas que nada explican. Y es imposible pararse a pensar y a entender.

Todo eso afecta a nuestra forma de estar en el mundo, a nuestras relaciones, la comunicación con las otras personas, a la manera de «consumir» la vida (la política incluso)… afecta a todo. Y genera insatisfacción, frustración, depresión, ansiedad…

Pero no es producto de la casualidad o el problema de algunas personas raras, es que nuestro sistema de vida -del que participamos todas- se basa en producir y consumir sin límite y sin pausa para que una minoría se lucre, también sin límite. En nuestro mundo y nuestro tiempo todo es mercancía y objeto de consumo.

Así que, antes que nada, somos disciplinados -y compulsivos- consumidores y consumidoras, y las patologías personales y sociales que se derivan de ello no son sino otros «nichos de mercado» para vendernos nuevas pastillas o experiencias para huir del hastío, la precariedad y la incertidumbre (y seguir llenando los bolsillos de esa minoría).

Se diría que, para que reaccionemos a los graves problemas medioambientales que ponen patas arriba el modelo capitalista y en riesgo la supervivencia de la propia humanidad, estamos esperando a que nos lo indiquen los medios de comunicación y sus campañas publicitarias, a que se convierta en «tendencia«.

Una condición del aturdimiento general, que sirve para aliviar nuestra ansiedad personal y colectiva, hurtando de nuestra atención los problemas, sus causas, sus dimensiones… es que todo se suceda deprisa, sin darnos tiempo a pensar, a entender lo que realmente está pasando.

Y nosotras, también en el mundo de los colectivos y movimientos sociales, seguimos el juego, reproduciendo -en la medida de nuestras precariedades- el mismo esquema de hacer y hacer y hacer, hacer muchas cosas para multiplicar los mensajes y estímulos. Sin parar. Tratando de captar la atención de una gente aturdida que corre confusa hacia no sabe donde.

En estos tiempos extraños, hacer las cosas despacio, dándose tiempo para el encuentro y el conocimiento entre las personas, para el diálogo y el intercambio… es revolucionario.



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