Apuntes para la Participasión

No hay tiempo. Todo es urgente. Deprisa, deprisa. No nos da la vida. No llegamos. No podemos parar. El tiempo vuela. Corre, corre, corre. Aunque no sepamos donde vamos.

El tiempo es un gran problema -ya lo dice Pepe Mujica-, lo más valioso de la vida y es necesario pensar muy bien en qué invertimos el que tenemos. Porque, dependiendo de a qué lo dedicas, el tiempo se gana o se pierde.

Cuando hacemos cosas que no nos gustan o carecen de sentido, el tiempo no pasa, se hace largo, pesado, crece la ansiedad y la prisa, sentimos que perdemos el tiempo. Cuando hacemos cosas que si tienen sentido, con calma, sin prisa, poniendo toda nuestra atención en ello, el tiempo pasa como un suspiro, sin sentir.

Un caso de tiempo perdido es el de la izquierda política. Si el objetivo fundamental (¿o el único?) de la izquierda es ganar las próximas elecciones, nunca habrá tiempo suficiente para ello. Entre otras razones, porque siempre habrá unas elecciones próximas, muy próximas.

Así que, como no hay tiempo para hacer lo que habría que hacer ni como habría que hacerlo para ganar las elecciones en condiciones, se improvisa, se aparenta que…, se saltan pasos y procesos, se suple con voluntarismo y entusiasmo forzado la falta de condiciones objetivas… Y el tiempo nunca es suficiente, nunca se alcanza la meta y la frustración nos llena. Pero la dejamos a un lado, hacemos como que no existe…. ¡porque ya están aquí las próximas elecciones!

Pero, supongamos que el objetivo fundamental de la izquierda fuera otro, que lo que tratáramos de conseguir con nuestra acción fuera hacer fuertes (¿empoderar?) a las comunidades de las que formamos parte para que puedan hacer frente -desde la ayuda mutua- a los retos y desafíos que plantea la crisis climática, minimizando sus efectos más graves sobre los sectores más débiles. O, dicho de otra forma, para construir resistencia y resiliencia comunitaria.

Y alguien me dirá: «pero ese objetivo requiere más tiempo aún«. Pues precisamente por eso -digo yo- hay que ponerse a ello YA, porque en ello nos va la vida a un montón de gente, y todo el tiempo que le dediquemos será poco.

Tiempo para el encuentro, el diálogo, la escucha, el conocimiento mutuo, la construcción de confianza, de complicidades, vínculos y afectos, para la colaboración y la ayuda mutua, el aprendizaje de habilidades y competencias para la vida, para la cooperación y el trabajo en equipo… Todas ellas son tareas y procesos imprescindibles, condiciones necesarias para que pueda haber otro futuro, y requieren que les dediquemos el tiempo que sea preciso para que puedan producir sus efectos.

Eso si, todo el tiempo que le dediquemos será «tiempo para la vida», para hacerla posible, un tiempo ganado, útil y efectivo porque, desde el primer esfuerzo y el primer momento ya estaremos aproximándonos al objetivo, dando pasos reales que nos acercan a la comunidad que queremos ser.

Si queremos otro futuro mejor, distinto del que nos prometen en las pantallas desde las que nos mienten, es imprescindible sembrarlo ahora, porque no se puede recoger lo que antes no se ha sembrado.

Este es un tiempo de siembra no de cosecha, pero la siembra es siempre un acto gozoso, un ejercicio de confianza en la vida, de optimismo, de esperanza en el futuro.