Apuntes para la Participasión

Comunidad, Participación y Ciudadanía


La Casa de las Historias (Sankofa.Toma 1)

Sumergirse en Sankofa es bucear en un mar de historias. Y, dentro de cada una de ellas, en las personas que las vivieron y las viven cada día, en sus voces, sus huellas… llenando las paredes.
Pep dice que Sankofa quiere ser sobre todo un «espacio seguro«, sin violencia machista, homófoba, xenófoba o de cualquier otro tipo; un lugar – un espacio físico- de encuentro, diálogo, conocimiento del otro, colaboración, celebración y apoyo mutuo… libre de miedo. Las personas que lo habitan hablan de «casa«, «hogar» , «familia«… para describir lo que allí sienten.

La mayoría de los objetos que pueblan este espacio (un viejo comercio/taller de reparaciones eléctricas, reconvertido), tienen ruedas, para poder cambiar de lugar. Porque el espacio (200 ms) puede ser sala de exposiciones, biblioteca, sala de reuniones y pequeños conciertos, aula para un curso o una charla, taller mecánico, sala de meditación, oficina, almacén… y mil cosas más, según sea necesario.

Los objetos que llenan paredes y estanterías tienen algo en común, me señala Pep, todos tienen una historia detrás. O, más bien, mil historias de las personas, sus vidas, viajes, sueños, búsquedas… de quienes recorrieron antes el camino y en él se cruzaron con Sankofa. Junto a miles de libros, se alinean los «dioses protectores» de Sankofa -traídos por las gentes que vienen por aquí- y reflejan la diversidad de culturas que atraviesan este espacio. Pep dice que en Sankofa «los dioses no se pelean, trabajan en equipo».

El espacio físico es importante (Pep, insiste en ello), pero Sankofa -como todas las organizaciones humanas- son fundamentalmente las personas que lo hacen cada día. Sin ellas, serían otra cosa completamente distinta (no se si mejor o peor: otra cosa). Las personas siempre en el centro (otro mantra de Pep).

Hablando de Pep, sin él tampoco se entendería Sankofa. Es un tío raro, a-normal (en el mejor sentido). A las pruebas fotográficas me remito. Tiene todas las papeletas y las trazas para pasar por «gurú» indio, miembro de la I Internacional (cuando Bakunin y Marx se hablaban), Fray Leopoldo de Alpandeire, Papa Noel o (y este es el parecido que más le cuadra ahora) un Pope griego laico.

Sankofa es, para Pep, una utopía personal sembrada y cuidada a lo largo de toda una vida. Todavía tengo que descubrirle los defectos, porque no va a ser perfecto, pero apostaría mi bigote a que es un hombre generoso y bueno. Y eso es, para mi forma de pensar, decir mucho.

La figura de Pep habla del liderazgo necesario en cualquier grupo humano que se pone a hacer cosas juntas. Tengo la certeza de que es imprescindible el impulso de una o unas pocas personas para que el motor de las organizaciones arranque y consiga las revoluciones necesarias para ponerse en marcha. Claro que el liderazgo no tiene que ser necesariamente esa caricatura vertical del ordeno y mando que parecemos empeñados en repetir una y otra vez. Este no es el caso.

Pero, precisamente porque el caso es muy particular, sería fácil caer en esa caricatura autoritaria u otra paternalista (o patriarcal), pero hace mucho que Pep entendió que la tarea de quienes impulsan las iniciativas comunitarias consiste básicamente en abrir la puerta y facilitar los procesos, cuidar a las personas implicadas, dejarlas hacer, dejar fluir, que pasen cosas… Pero, sobre todo, Pep es un liante o un enredador, o sea que lía y enreda a las gentes, las conecta unas con otras para que hagan cosas juntas.

El asunto es que Pep no está solo. Están Andrea, Alba, Yolanda, Diego, Carlos… y dos o tres personas más, en el círculo más cercano al baobab, en el centro del espacio organizativo. Y, en torno a ellas y ellos, otro círculo más amplio de gentes que organizan y llevan a cabo actividades concretas y colaboran en el funcionamiento y mantenimiento del espacio; y, un poco más allá todavía, están un montón de personas y grupos diversos que organizan y participan en charlas y exposiciones, asisten a las proyecciones y pequeños conciertos, etc., etc. Y todo ello, sin que exista en la práctica (aunque se cumplen todos los requisitos oficiales) una estructura formal más o menos rígida que articule la organización. Poco más que un grupo de wathsapp y un montón de conversaciones de café.

Si, son muy poderosas las conexiones, las relaciones cruzadas que conforman el tejido organizativo de Sankofa y le sirven de motores. Y entre las personas que componen esa trama existen fuertes vínculos personales, además de valores, esperanzas y sueños compartidos.

Y todos ellos, las personas, sus relaciones y sus afectos, al igual que el espacio y los objetos que lo habitan, cuentan sus historias y construyen con ellas otro mundo dentro de este. Se llama comunidad.

(Continuará)



2 respuestas a “La Casa de las Historias (Sankofa.Toma 1)”

  1. […] los relatos con una sonrisa, porque se que en Sankofa todo tiene una historia (La Casa de las Historias) y Pep es un buen narrador que sabe captar la atención del oyente, pero mi escepticismo hacia lo […]

  2. […] «La Casa de las Historias«, conté algunas cosas sobre el «espacio físico» Sankofa, el lugar donde ocurren buena parte de […]

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